Temas de la clase: Puntos de
vista del narrador. Voz o persona del relato.
Como lazo extensivo del
encuentro anterior, ampliamos la concepción de la literatura a partir de una
definición que nos acercase a las características propias del texto narrativo.
Mieke Bal en Teoría de la narrativa (Una introducción a
la narratología, Cátedra, 1990) expresa que la narratología es la teoría de los textos narrativos. Luego
define “texto como un todo finito y
estructurado que se compone de signos lingüísticos. Un texto narrativo será aquel en el que un agente relate una narración.
Una historia es una fábula presentada
de cierta manera. Una fábula es una
serie de acontecimientos lógica y cronológicamente relacionados que unos
actores causan o experimentan. Un
acontecimiento es la transición de un estado a otro. Los actores son agentes que llevan a cabo acciones. Estos agentes
no son necesariamente humanos. Actuar es
causar o experimentar un acontecimiento.”
De modo que texto, historia
y fábula son los tres estratos de un texto narrativo.
Luego señalamos algunas ideas
acerca de la figura del narrador, según Mieke Bal el narrador es el sujeto lingüístico que se expresa en el lenguaje
que constituye el texto. Aclara que se
trata de un concepto fundamental en el análisis de los textos narrativos.
Bal retoma y reformula nociones
del llamado Estructuralismo europeo surgido alrededor de los años ’60. Por esta
razón también recuperamos algunas de aquellas categorías. Mencionamos a Tzvetan
Todorov quien en su artículo Las
categorías del relato literario distingue determinados aspectos del relato
referidos al narrador: en primer término aquel narrador que sabe más que el
personaje (visión “por detrás”); luego postula al narrador que sabe lo mismo que
el personaje (visión “con”) de manera que la explicación de los acontecimientos
no es conocida por el narrador hasta tanto el personaje no nos la haga saber y por
último designa al narrador que sabe menos que el personaje (visión “desde
afuera”) aquí describe lo que ve, lo que oye, pero no tiene acceso a las
conciencias de los personajes (en las novelas de Hammet, por ejemplo).
Luego de estas digresiones de
tipo teóricas (que adherimos a la lectura), nos introdujimos en el análisis de
la novela que nos convocó: El río oscuro
(1943) de Alfredo Varela. Comentamos acerca del poco corpus crítico dedicado
a esta obra que unánimemente declaramos como de gran valor literario. Señalamos
las dificultades tanto en su edición como la posterior prohibición de la
novela, no sólo por la filiación comunista del autor sino por la temática
planteada en el texto.
La novela de Varela podría
encuadrarse en una nueva tendencia realista literaria que surge entre mediados
de los años 30 y principios de los 50 en el marco de la literatura argentina.
Estos escritores comienzan a alejarse de sus modelos anteriores y comienzan a
“leer” a “nuevos escritores” (John Dos Passos) que preservan su compromiso
social unido a nuevas técnicas narrativas (fragmentarismo, biografías
enmarcadas, paralelismos, etc.) Comulgan la mirada comprometida sobre la novela
con la necesidad de renovación en los procedimientos narrativos. Otras de las novedades que se introduce con El río oscuro la constituye el
intercalado de textos periodísticos de otros autores que facilitan la
ubicación histórica del conflicto, como así también el uso de la lengua guaraní
y de modismos propios de las poblaciones de la región.
A su vez mencionamos la novela
refleja la herencia feudal de la conquista española y sus sucesores: no
más de veinte latifundistas.
Por otra parte los personajes
escapan del arquetipo del “espíritu íntimo de la tierra”, se presta menos
atención a lo cósmico, a lo telúrico, a lo sobrenatural, al regionalismo de
signo tradicionalista (evocaciones del pasado patriarcal, nostalgia por el
mundo de la infancia, descripción de las costumbres pastoriles, etc.) en
beneficio de una mayor atención a los problemas vinculados con las
desigualdades regionales, la migración interna, la marginalidad y las nuevas
formas de explotación económica.
Cinco tipos de discurso conviven
en la obra de Varela: los apartados titulados “Galope en el río”, los
epígrafes, la historia de los hermanos Moreyra, y las dos series “En la trampa”
y “La conquista”. En la primera de estas dos
últimas va presentando testimonios de personajes aparentemente ajenos al núcleo
central, descripciones casi estáticas de paisajes, de árboles o de animales (no
todos los actores son necesariamente
humanos, según Bal). En la segunda se van mostrando los pasos dados por el
blanco para poseer y dominar tanto la naturaleza como las criaturas del Alto
Paraná.
Para graficar
parte de lo leído proyectamos unos breves fragmentos de la película dirigida y
protagonizada por Hugo del Carril Las
aguas bajan turbias (1952). Los pasajes elegidos nos hicieron pensar en la
película Django sin cadenas de Quentin
Tarantino y su relación con la esclavitud de los negros, por un lado, y de los
mensús por otro.
Para finalizar este
resumen recomiendo el artículo de Cristina Mateu: Encuentros y desencuentros entre dos grandes obras: El
río Oscuro y Las aguas bajan turbias.
http://nuevomundo.revues.org/63148#tocto1n1
Como hermoso cierre de esta
crónica dejo algunos de los textos
literarios escritos (y leídos excelentemente) por los asistentes
relacionados con la tarea pautada en el primer encuentro, aquella en la que se
debía transformar un aviso clasificado en un texto literario.
Consigna:
Transformar un aviso clasificado en Literatura.
“Camarera Exp.
Cocina. Pres. Mier. 9 hs. Azcuénaga 1198 V. López”
Cuento:
Telekino
Ana era una
camarera con experiencia en cocina. Aquel miércoles 8 de junio se había
presentado -tal como lo indicaba el aviso- en la calle Azcuénaga 1198, partido
de Vicente López. Era la cuarta entrevista de trabajo en una semana y hasta el
momento, la menos prometedora. Pero al destino le gusta jugar a conceder
oportunidades de última hora y convino que fuera contratada por “la Patri” -así apodaban a la
dueña del anticuado cafetín-, una señora entrada en años, por decirlo de alguna
manera, de modales “especiales”, por no confesar que era muy mal hablada, de
estatura media, rostro con forma de bandoneón, caderas prominentes y una
sonrisa ambigua que, de vislumbrarse, generaba simultáneamente una sensación de
terror y otra, para la carcajada. Y eso que sólo tenía cuatro dientes.
Lo importante
aquí es que a “la Patri”
le había caído en gracia Ana, esta mujer de unos treinta y largos muy discreta,
de gesto apacible y rostro palidecido pero de bellos rasgos faciales que
deseaba con ansias finalizar con las interminables entrevistas laborales, tan
expositivas, exhaustivas, examinadoras, cuestionadoras y por demás
desgastantes. ¿Y por qué le caía en gracia? La respuesta nació de una pregunta
inaudita:
-¿Sabé amasar
ravioles vo?-
-Sí. Mi madre es
de origen italiano y…-
-No importa, ya
está. Con eso me alcanza. No aguanto tener que andar manoseando la pasta yo,
ensuciándome los dedos, haciendo tanta fuerza. No estoy en edad pa eso, y
además con el curso de plomería ya tengo suficiente ¿Qué más hay que aprender,
che?-
Y no medió ni
media palabra más. Ana trabajó en el Cafetín por dos años aproximadamente, o al
menos daba la sensación mucho tiempo. El problema consistió en el simple hecho
de que a los quinientos ravioles diarios se le adicionaron la limpieza del
baño, los pisos, los cerámicos, los techos, los rincones, las ranuras y la
atención de los más variados y pintorescos clientes: borrachos, depresivos,
solitarios, demandantes, por demás cariñosos e intratables masculinos. Y todo
por la módica suma de tres mil pesos mensuales. El cansancio se convirtió en
hartazgo y las arrugas, la expresión resignada y el abandono personal se habían
convertido en una fotografía que presentaba a Ana en las peores condiciones. “La Patri” se había tornado muy
inflexible, por lo que las solicitudes, quejas y hasta los ruegos de la
conciliadora empleada fueron inútiles.
Pero retomando
la temática del destino, que es cruel y despiadado pero siempre nos da tregua,
no tuvo mejor idea que apiadarse de la modesta y sacrificada camarera de un
modo muy singular. Una fría mañana de agosto mientras barría la vereda, Ana
divisó a través del reflejo de la ventana del Cafetín un rostro conocido. A sus
espaldas, un chofer repartidor de Fargo que se dirigía a Martínez detuvo su
vehículo frente al semáforo esbozando una impecable sonrisa. ¿El motivo? Tenía
en su mano el cartón triunfador del Telekino del domingo.
-Dos millones de
pesos, ¡Cómo reparte!- Exclamaba entre exaltado y obnubilado al tiempo que
sostenía, cual piedra preciosa, aquel papel impregnado de futuro.
-Marcos -, pensó
para sí Ana. Y volteó inmediatamente a su encuentro. Sin pensarlo ni media
fracción de segundo, se colgó de la ventanilla de la camioneta que incrementaba
su marcha y manifestó:
- ¡Marcos! ¿Te
acordás de mí? ¡Soy Anita! ¡Me prometiste que en diez años, cuando tuviera la
edad suficiente ibas a volver para rescatarme! ¡Y estás acá! Pasaron veinte
años, pero no importa, quien dice dice diez, dice quince, o veinte...-
El hombre quedó
paralizado. El amor de su vida, aquella encantadora joven a la que tanto había
querido estaba frente a él, colgada, literalmente, de la ventanilla de su
camioneta. Y él había echado panza, era cierto. Se estaba quedando pelado, pero
todavía se consideraba un buen partido. Omitiendo, lógicamente, las cuatro
coronas y los implantes de sus dos incisivos delanteros por culpa de aquel
partidito de fútbol y las piñas con el gordo Araujo que le habían costado no
sólo los dientes, sino también una fractura de clavícula. Pero ahí estaba ella,
tan radiante -bueno, no tan radiante pero se le acercaba mucho- y esperanzada
como la adolescente que le quitó el aliento esa tarde de verano en la Placita de Caroya. Había
regresado a él después de tantos años. Simplemente la contempló, abrió la
puerta y le confesó: - No sé si hoy es el día más feliz de mi vida ni por qué
me están sucediendo tantos eventos milagrosamente afortunados, pero no lo voy a
dejar pasar otra vez. Subí que te llevo-.
El despertador
sacudió a Marcos como si un camión con acoplado hubiese pasado por su lado
asaltándolo con el singular sonido del claxon. Parpadeó, miró por sobre su
hombro el reloj y recordó que había dejado el cartón del Telekino en el asiento
trasero del taxi que lo llevó en días anteriores hasta el Centro por esa
entrevista de trabajo que nunca se concertó.
- ¡Hijo de
milll!- Pronunció. Echó un vistazo hacia su derecha y examinó la forma en que
su mujer descansaba plácidamente, con la boca abierta, y despidiendo un
delicado hilo de baba sobre la almohada del King Size del que aún debía seis
cuotas. Finalmente afirmó: - Y bueh, seguramente no era el número ganador. Si
al menos supiera amasar un raviol-. Suspiró, se levantó de la cama y se vistió
con desgano. Ya se le hacía tarde para el reparto.
Marina Y. Mazzitelli
2) Aviso
Portero. Para
planta industrial. importante empresa solicita experiencia comprobable. Residir
zona Monte Grande y/o aledaños. Enviar CV con foto a: rrhh@fapa.com.ar
Transformación
Te quiero.
Mucho, te quiero. Vibro junto a ese porte de portero industrial, de firma
imponente, de máquinas imposibles; vibro a la par de tu inefable solicitud. Te
quiero. Mucho, te quiero. Cómo no rendirse ante el despliegue de la
experiencia, ante la efectiva comprobación de este deseo mío, ya nuestro. Ahora
la residencia es el amor: Monte del Olimpo, Monte Grande. Te quiero. Mucho, te
quiero. Colibríes aletean y alivian viejas heridas, daños de otro amor.
Un envío, una
foto, una dirección, la entrega, una síntesis impresa...
Una instantánea
de nuestro futuro, eso, somos hoy.
¡Te convoco
siempre!
Con amor,
La Empresa.
Gastón Navarro
3) Aviso
clasificado
La noche
necesita que la vigilen, por esos precisamos ”vigiladores”, hombres ni muy
jóvenes ni muy viejos, de aspecto agradable, modales correctos y si es
argentino mucho mejor.
Como las noches
son largas, su horario de trabajo también lo será, pero en ese tiempo podrá
reflexionar sobre la vida y lo que hará cuando cobre ese sueldo acorde a su
puesto.
Con o sin
experiencia, si puede soportar la oscuridad, la soledad y el silencio, seguro
que conseguirá rápidamente esa continuidad y estabilidad laboral tan anhelada,
que le permitirá satisfacer sus necesidades básicas y de las otras. ¡Cierre los
ojos! Piense en esa nueva heladera, en el plasma o en cambiar el auto. Con su incorporación
inmediata le aseguramos que podrá pagar las cuotas puntualmente cuando le
depositemos a término el sueldo. Y si todo marcha bien, tendrá hasta la
posibilidad de progresar. ¡Anímese! ¡Lo estamos esperando!
Tema de la clase: Funciones del
narrador en el relato policial. Variaciones sobre el policial clásico.
De modo solidario con la novela
que nos reunió para esta clase, La
plegaria del vidente de Carlos
Balmaceda, iniciamos con una breve reseña del primer capítulo de Poética de la prosa (1971) de Tzvetan Todorov, aquel relacionado con
la tipología de la novela policial. Allí el teórico búlgaro propone la
siguiente distinción entre:
-
Novela policial
clásica (de enigma), aquella que cuenta dos historias: la del crimen y la
de la pesquisa.
-
Novela negra,
surgida en EE.UU. después de la Segunda
Guerra, suprime la historia del crimen y da vida a la de la
pesquisa. (Hammet, Chandler.)
-
La novela de
suspenso combina ambas propiedades, a su vez la subdivide en dos tipos de
historias, a) la del detective vulnerable, y b) la del detective sospechoso.
Luego ampliamos el campo
propuesto por Todorov, citando el libro del español José Colmeiro La novela
policíaca española: teoría e historia crítica (1995) Nos centramos en el
apartado teórico del libro, allí el profesor español amplía la perspectiva de
Todorov. Parte de la idea confusa que la crítica emplea al distinguir entre
arte bajo o popular y arte culto o elevado, esta oposición se ve reforzada
generalmente por otra división que hace coincidir al arte culto con la
literatura y al bajo con la subliteratura. En este sentido admite la fuerte
influencia que ejerce Ortega y Gasset
a partir de la difusión de su estudio La
rebelión de las masas. Concluye en que esta concepción de la producción
literaria es mucho más compleja que esta disyuntiva. Acepta que de alguna
manera la literatura posmoderna ha intentado quebrar esta aparente barrera.
Luego profundiza las categorizaciones
propuestas por Todorov y discute algunas de ellas. Por caso, incluye a Borges y
su elevada novela policíaca metafísica.
También destacamos la importancia
y la influencia de Thomas de Quincey
en el nacimiento del género a partir de los artículos agrupados bajo el nombre Del asesinato considerado como una de las
Bellas Artes (1817) donde escinde radicalmente la ética de la estética
en torno a la temática criminal. Citamos:
En este mundo
todo tiene dos lados. El asesinato, por ejemplo, puede tomarse por su lado
moral (como suele hacerse en el pulpito y en el Old Bailey) y, lo confieso, ése
es su lado malo, o bien cabe tratarlo estéticamente —como dicen los alemanes—,
o sea en relación con el buen gusto.
En función de estas ideas
abordamos la novela de Balmaceda y, como siempre, el aporte de los estudiantes
resultó formidable.
**********************************************************************
Trabajo Práctico Nº1
1) Mirar las películas More
stranger than fiction de Marc Forster y El gran Hotel Budapest de
Wes Anderson.
2) ¿Cuántos planos narrativos
(narradores) pueden identificarse en ambas películas? ¿Cuáles son?
3) Según Genette el tiempo de la
"historia" sigue el orden real de las cosas, en cambio el tiempo del
"relato" sigue el orden que quiere darle el autor. ¿Cómo se expresan
ambos tiempos en las películas? Exponer empleando la terminología utilizada por
el teórico francés acerca de las relaciones de isocronía y de anacronía.
4) La película de Forster juega
con las fronteras entre la realidad y la ficción. ¿Cómo se presenta esta
cuestión en el filme? ¿Qué reflexión te merece este conflicto?
El trabajo deberá ser
entregado impreso utilizando tipografía Times New Roman, cuerpo 12,
interlineado 1,5, en una sola cara, con el texto justificado.
Fecha de entrega: 27 de
junio
Tema de la clase: El relato
enmarcado.
Dimos
inicio a este cuarto encuentro reseñando el artículo El amor verdadero: apuntes sobre el melodrama (gay) de Daniel Link.
(Norma, 2005).
“No soporto
vivir sin él/ella. Moriré.” Es la sentencia que articula cualquier variedad melodramática.
Luego dice que hay dos modelos actuales para la codificación de los
comportamientos de la vida cotidiana: el
melodrama y la comedia de situación (sitcom).
El melodrama
fusiona la tradición del relato (el romance, la balada, la épica) y la tradición
popular del teatro (la feria, la fiesta y el carnaval.) De modo que todo
melodrama articula una historia de amor (trágica) y una historia familiar, es
decir, un drama de identidad.
Por ello el
melodrama sexualiza el cuerpo: su pasión es la pasión del cuerpo. Su campo
simbólico no es la diferencia sexual, es la castración. Es el sistema
activo/pasivo, humillador/humillado, abandonante/abandonado
(castrador/castrado) lo que organiza toda la semántica del melodrama. De manera
que el fracaso sentimental es igual a la muerte.
Buena parte de
los asistentes se mostraron afectos a los procedimientos del melodrama como
especie artística. Entonces a partir de estas consideraciones nos abocamos a la
tarea de analizar El beso de la
mujer araña de Manuel Puig.
Coincidimos en que partiendo
de los dos personajes protagonistas, Valentín Arregui Paz y Luis Molina, la
novela se estructura en torno de los vínculos entre revolución sexual y
revolución política.
Ambos personajes
discuten durante toda la novela sobre la sexualidad y la política, debate al
que se van sumando otros tópicos que mantienen la misma estructuración binaria:
sentimiento/ razón, cuerpo/ mente, deseo/ deber, entre otros. Molina es el
representante del polo de la sexualidad y Valentín del de la política, sin
embargo a lo largo del devenir de la novela, que es el devenir de estos
sujetos, cada uno de los personajes comienza a identificarse también con las
otras posiciones y ya no quedan tan claros los papeles. Los lugares de cada uno
están al comienzo claramente diferenciados pero se convierten al final en
posiciones que coinciden, por lo que su individualización se torna difusa.
Las narraciones
enmarcadas de las películas que Molina cuenta a Valentín cumplen una función
similar a las de Scheherezade en los relatos de Las mil y una noches, de manera tal que
los cuentos de Molina ahuyentan a la muerte, camino ineludible hacia el que se
dirige el personaje.
Hicimos algunas
consideraciones relacionadas al plano lingüístico y nos preguntamos si el
registro utilizado por ambos presos responde al concepto de verosimilitud.
Párrafo aparte
merecen las notas al pie que se intercalan a lo largo de toda la novela, éstas
le ofrecen al lector medio información sobre los debates de esa época acerca
del feminismo, la homosexualidad y la política. Salvo la última que ofrece un
cambio radical acerca de la posición del homosexual como sujeto revolucionario.
Mencionamos, a su vez, cómo esta última nota, donde se colocan las ideas de la
inexistente dra. Taube, asemeja a Puig, escritor aparentemente “no borgeano”,
al autor de La intrusa, mediante el
procedimiento de la nota apócrifa.
Como
recomendación citamos la entrevista realizada por Jorgelina Corbatta publicada
bajo el título Encuentros con Manuel Puig
(1983)
Tal como hacemos
cada sábado, dejamos para el cierre del encuentro la proyección de una escena
de la película dirigida por Héctor
Babenco. En ella Molina rompe con toda previsión emocional y corporal de
Valentín al hacerse cargo de su aseo luego de que éste se hace caca encima. El
impacto de la escena es tal que logramos percibir cómo el amor de estos
personajes impone sus reglas, incluso por sobre lo escatológico.