jueves, 22 de agosto de 2019

NARRATIVA UNIVERSAL II Trabajo Práctico nro. 1


Especialización de Nivel Superior en la normativa en la obra escrita y a través de los canales expresivos audiovisuales



Instituto de Enseñanza Superior n°2 Mariano Acosta


TRABAJO PRÁCTICO Nº1 NARRATIVA UNIVERSAL II (ASIA Y EUROPA) Prof. Ocantos



Exposición: les estudiantes elegirán uno de los textos del programa y lo relacionarán con alguno de los tópicos/temas/conceptos y/o ideas presentados para tales fines. Tanto la vinculación como la propuesta de intertexto se notarán bajo el concepto de obra abierta y superación interpretativa de modo que toda relación será bienvenida si es presentada con su sólida fundamentación.
La exposición es de formato libre por lo que les estudiantes podrán emplear las estrategias, los géneros dscursivos y los modos de presentación que deseen.

Conformación de los subgrupos: 3 (tres) integrantes.
Recursos: elementos audiovisuales provistos por la cátedra y cualquier otro que les expositores crean convenientes.

Tiempo estipulado de exposición: 15 (quince) minutos por grupo.

Fecha de la presentación:28 de septiembre

Textos seleccionados del trabajo final de Narrativa I


NARRATIVA I
Profesor: Hernán Ocantos
Alumno: Pablo Anselmi

Trabajo final
Hay un muerto en el río/ El río de la muerte
Análisis de los cuerpos en El río oscuro (1943) de Alfredo Varela y Las aguas bajan turbias(1952) de Hugo del Carril
La relación de dominación tiene tanto de «relación» como el lugar en la que se ejerce tiene de no lugar. Por esto precisamente en cada momento de la historia, se convierte en un ritual; impone obligaciones y derechos; constituye cuidadosos procedimientos. Establece marcas, graba recuerdos en las cosas e incluso en los cuerpos; se hace contabilizadora de deudas. Universo de reglas que no está en absoluto destinado a dulcificar, sino al contrario a satisfacer la violencia.-Michel Foucault

La historia se inscribe en los cuerpos; la marca de la historia son las cicatrices, las violaciones, las mutilaciones y los desmembramientos tanto del cuerpo social como del cuerpo individual. En algunos momentos, la historia aparece como una recopilación de esos sufrimientos, se transforma en una historia agónica, en un “manual de torturas” que sólo puede ser padecida. Esa historia oscura es la que muestra la verdadera cara de las grandes tragedias y los cataclismos que acechan a la humanidad desde sus orígenes.
Pero no toda la historia golpea siempre a los mismos cuerpos; no toda violencia ataca siempre sobre a <<los de abajo>>; no todo proceso es lineal, siempre hay interrupciones, cortes, que habilitan nuevos espacios de lucha, de demanda, de subversión de los valores imperantes en la época. Tal vez, algo de esto haya estimulado a Alfredo Varela a narrar una historia trágica de dominación y sufrimientos, tal vez algo de esto también haya impulsado a Hugo del Carril a retomar esa historia narrada en una novela, pero que aparecía lejos de ser “ficcional” y filmar una película en donde se hiciera eco de ese grito ahogado de libertad, de justicia, de esperanza.
El río oscuro, novela de denuncia social, acorde al realismo/naturalismo de fines del siglo XIX y principios del XX que propugnaba por mejores condiciones humanas a los sujetos de las clases desposeídas a partir de una descripción minuciosa de las situaciones de explotación por las que atravesaban esos sujetos.
La novela presenta la historia de dos hermanos: Ramón y Alfredo Moreira, que se trasladan al Alto Paraná para trabajar en un yerbatal en una especie de zona franca en la cual no tiene peso ninguna ley, excepto la de los patrones. Ese viaje hacia otra tierra es también un viaje en el tiempo: a las condiciones laborales pésimas que estos hermanos venían padeciendo, encuentran por la subida del río, un régimen de explotación esclavista que parecería tan anacrónico como mortal.
Este lugar desvinculado de cualquier país –una especie de no-lugar o de zona de frontera de la que se desentienden los gobiernos nacionales-se aviene con la idea que propone Agamben (2001) con respecto al campo:
El campo es el espacio que se abre cuando el estado de excepción empieza a convertirse en regla. En él el estado de excepción, que era esencialmente una suspensión temporal del orden jurídico, adquiere un sustrato espacial permanente que, como tal, se mantiene, sin embargo, de forma constante fuera del orden jurídico normal. (página 38)
Después de hacer un catálogo minucioso de todas las torturas que sufren los mensús y las mujeres que los acompañan o que viven en esos ranchos en ese estado de excepción –verdadera trata de blancos y blancas, explotación corporal en todo sentido del término-, Ramón logra huir de esa situación agónica, -dejando a su hermano muerto en el camino hacia la libertad-, y vislumbra alguna esperanza en la posibilidad de obtener mejores derechos laborales a partir de la afiliación a un sindicato y la capacidad de los trabajadores de organizarse.
De todos los aspectos que se pueden destacar de la novela, me interesa destacar uno: los cadáveres. ¿Qué ocurre con los muertos? ¿Qué hacer con esos cuerpos sin vida? Es la gran pregunta a la violencia del siglo XX y una pregunta que todavía hoy nos interpela. ¿Qué ocurre con los mensús cazados, baleados, mutilados en la novela?
La respuesta aflora en los primeros capítulos de la novela:
Hasta Posadas solían bajar los cadáveres boyando. (…) Ahí en la playa, quedaban los pobres cuerpos de los pobres mensús. A veces estaban desnudos. O si no les quedaban jirones de ropa y jirones de piel. O sólo unos huesos machucados. Se acercaban al principio algunos curiosos. Pero ya estaban cansados de asombrarse, y pronto se iban. El espectáculo era demasiado conocido. Y demasiado difícil identificar al muerto. Los muertos del Alto Paraná no tienen apellido ni familia. (Varela 1985:21)
Desde el principio de la narración, asistimos a una inversión de las reglas de la naturaleza: el río que es sinónimo de vida, es en este caso, un río de la muerte. El río trae la muerte, además de poner en escena el castigo –el cuerpo del muerto-y demostrar la omnipotencia del patrón. Así lo dice en la película, en una especie de aforismo: “-Soy el patrón. Todo lo que hay aquí es mío: la tierra, los hombres y las yeguas”.
Pero volviendo a la pregunta, ¿qué hacer con los muertos? En la administración, como su nombre lo indica, se administra la vida y la muerte. Hay algunos ecos lejanos de la casilla de El matadero, sin embargo si en el cuento de Echeverría se establece una relación directa entre la carne y los cuerpos, en este caso, la relación es entre la infusión salvadora –el oro verde, la yerba-y los encargados de conseguirla. Lo que antes era una divinidad Caá-ahora se ha convertido en el significante de la posibilidad de riquezas para los empresarios capitalistas y un motivo más de la explotación del hombre por el hombre.
Si hubiera que caracterizar la administración, más allá de su posibilidad de decidir la vida o la muerte de los subordinados es la de imponer el borramiento de la identidad del sujeto.
Lo más atroz de la explotación ya no son todas las torturas que sufren los mensús. Sino el hecho de negar la posibilidad  de sepultura, esto es, reconocer la vida del hombre. La carne que flota en el río, a la que al principio los sujetos que encuentran ese cadáver se impresionan y atemorizan y que después se vuelve costumbre y deja de ser “novedoso” es el hecho de que se re-presenta la muerte.   Pero esa muerte, claro está es brutal. La aglutinación, la multiplicidad de cadáveres, la generalidad, hace que se pierdan los parámetros con respecto a la vida y la muerte: es una muerte niveladora como se planteaba en la Edad Media, pero ya no para demostrar lo débiles que somos los seres humanos y que la muerte iguala, sino todo lo contrario, esta muerte aumenta la brecha entre los dominados y los dominadores porque pasa a ser una muerte entre tantas: el pobre tiene la muerte como tiene la vida: es anónima y no importa su origen –en los yerbatales desaparece la historia.
Los hombres y mujeres son usados por los patrones para lo que ellos desean, transformándolos en objetos, desligándolos (invirtiendo la posibilidad de re-ligarse: de religión y por lo tanto de recuperar ese vínculo perdido con las divinidades de la selva) y generando otros lazos que se transforman en las cadenas de la explotación. Giorgi (2014) afirma que:
Esta lógica biopolítica de la muerte dice así, fundamentalmente, que en torno al cuerpo muerto se toman decisiones acerca de qué cuerpos y qué vidas son memorializados, inscriptos, recordados-según, evidentemente, jerarquías, gradaciones que reflejan un ordenamiento social –y qué cuerpos y qué vidas son simplemente arrojados al ciclo indiferenciado de la materia sin inscripción jurídica, cultural o social. Tal decisión constituye, evidentemente, la distinción entre persona y no-persona: “persona” no refiere solamente a las vidas a proteger, sino también –y, quizá sobre todo –a las vidas a recordar, a narrar, a memorializar; la no-persona, la vida no personal, en cambio, aquella cuya muerte es insignificante para una comunidad y que no cuenta para la memoria compartida: allí donde el cadáver entra en intersección con, por un lado, el mundo de los animales (en contigüidad con lo animal, lo orgánico, lo “meramente” biológico) y, por otro, con el dominio de lo inorgánico,e cuerpo cosa, el cuerpo vuelto objeto y fósil.  (pág.200-201)  
La película opta por comenzar la narración a partir del cadáver anónimo que flota en el río. Si bien la voz en off narra lo mismo que la novela, la cuestión que plantea es diferente: ese cadáver que aparece será el último ya que la esperanza de redención para los mensús se dará a partir de la llegada de los hermanos Peralta (verdadera adaptación de los nombres: en la novela son Moreyra y Peralta es el mensú federado que le salva la vida a Ramón). Por lo tanto el film establece un tempo narrativo in crescendo que derivará en la rebelión de todos los oprimidos y el castigo mortal que sufren los patrones. La novela, en cambio, recuperará la concepción de la muerte y de los muertos cuando Ramón asiste al brutal fallecimiento de Felicio Frutos, ya que  es en ese instante cuando toma la decisión de irse definitivamente. Si bien esa decisión no entraña ninguna modificación del régimen esclavista que se gesta en el Alto Paraná, -y que casi le cuesta la vida a Ramón en su huida nuevamente-subvierte la noción del muerto anónimo para restituirlo en su humanidad: ya no seguir obviando esas muertes, sino brindar una sepultura, generar una memoria, recuperar a la persona que fue y ahora ha dejado de ser:
Ramón volvió al lugar donde le habían dado sepultura. Cruzó dos palos en cruz y en cambio del tradicional curuzúpaño ató su pañuelo rojo en la parte superior. Después fue a tirarse sobre su lecho de hojas secas y recién entonces pudo dormir. (Varela 1985: 297).
En El río oscuro asistimos a la posibilidad de redención de un sujeto entre tantos, que está indentificado pero que sin embargo, se postula como un héroe colectivo. Los que verdaderamente pueden hacer algo son todos los sujetos unidos, luchando por mejorar sus condiciones de vida:
Peleando solo, aislado, lo único que se podía conseguir era hacer morder el polvo a alguno que otro capanga. Pero lo que él buscaba era hacerles morder el polvo a todos los administradores, patrones y capangas del Alto Paraná. Si allí abajo los hombres sabían hacerse respetar, allí debía estar. En eso que llamaban Sindicato tenía que haber un lugar para él. (Varela 1985: 274)
En Las aguas bajan turbias, el héroe puede ejecutar la venganza de forma individual y huir junto con su amada Amelia a una tierra de oportunidad y justicia, ligado a lo que el protagonista puede y debe hacer.

BIBLIOGRAFÍA
AGAMBEN, G. (2001) Medios sin fin. Notas sobre la política. Valencia, España. Pre-textos.
MACHINANDARIENA, Lina C. (PRODUCTOR) DEL CARRIL, H. (DIRECTOR). (1952). Las aguas bajan turbias. Bs As, Argentina. DC-B.
GIORGI, G. (2014). Formas comunes. Animalidad, cultura, biopolítica. Bs As, Argentina. Eterna Cadencia.
VARELA, A. (1985). El río oscuro. Madrid, España. Hyspamérica.
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Especialización de Nivel Superior en la normativa en la obra escrita y a través de los canales expresivos audiovisuales
Instituto de Enseñanza Superior n°2 Mariano Acosta
1° Cuatrimestre 2019
-Materia: Narrativa Universal I | Trabajo Final
-Profesor: Hernán Ocantos
-Alumna: Mariela Mitsuko Nerome

Consignas
§  Elaborar un trabajo escrito de análisis comparativo entre uno de los textos narrativos abordados durante la cursada y su versión fílmica (cualquiera de ellas en los casos en los que hubiere más de una).
§  La tarea deberá centrarse en los aspectos narrativos de ambas obras. Anotamos algunos ítems a modo de ejemplo, no excluyentes:
-        Alteraciones en el tiempo de la historia (lo que se cuenta, la reconstrucción cronológica de los acontecimientos narrados, contar una historia de principio fin) y del relato (es la manera de contar la historia, los acontecimientos como los expone el narrador),
-        Variaciones en la(s) voces narrativas,
-        Convergencias y/o disidencias de presentación entre ambas obras: omisiones, reescrituras, tergiversaciones, alteraciones, subversiones, parodias.
Trabajo Final
“Mark Twain decía: “¿Por qué la verdad es más extraña que la ficción? Porque la ficción tiene que tener sentido”. Sólo el laberinto que conjuga la imaginación con la materia que llamamos realidad es lo que provee de sentido a un relato”
Álvaro Brechner, 2019
Introducción
A Tanaka Tatsuya, fotógrafo y artista minimalista japonés, se lo suele reseñar como el hombre que crea un mundo propio y fascinante en miniatura[1]. Ese mundo, poblado de objetos cotidianos, se vuelve a la vez ficción y realidad: un cucurucho y una bocha de helado se transforman en una nave espacial y un planeta a partir de la inserción de un astronauta en la imagen. O un muñequito de plástico levantando una curita se transforma en un luchador levantando su cinturón de lucha libre. O Jacob Van Oppen se transforma en un ex campeón mundial temerario levantando un neumático gigante.
En esta frontera de realidad y ficción se inscribe también el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti al crear su propio universo literario: Santa María. Este pueblo, que presenta en sus líneas una atmósfera de decadencia y olvido, es una postal que podría situarse en algún rincón latinoamericano donde el tren ya no llega y el casco urbano no se diferencia de otros pueblos: la plaza, la iglesia, la escuela, el edificio municipal. Santa María es aquel laberinto del que hablaba Álvaro Brechner (2009) en el epígrafe de este trabajo, el laberinto que conjuga imaginación con realidad y le da sentido a un relato.
Santa María es el escenario de dos relatos. O el mismo relato visto desde diferentes enfoques. Santa María es el escenario del cuento Jacob y el otro (1961) de Juan Carlos Onetti y de la película Mal día para pescar (Álvaro Brechner, 2009), basada en dicho cuento. 


Tiempos
En ambos relatos el tiempo de la historia se reconstruye de manera diferente. Si bien en ambos relatos se comienza por el final: un hombre muy malherido en el Cine Apolo, una ambulancia que lo va a buscar, en el cuento, este comienzo es relatado desde la mirada del médico. En este relato hay un principio y un fin, que, de todas maneras, comienza con el fin y finaliza con el principio. El médico cuenta cómo se entera de la gravedad del hombre malherido en el Cine Apolo, cómo pasa este hombre la primera noche, y luego recuerda la llegada de los dos forasteros (que luego en los siguientes relatos nos enteraremos de que son el Príncipe Orsini y Jacob Van Oppen). La llegada de los dos forasteros es el inicio de la historia, la llegada de ambos al pueblo Santa María.
El médico relata: “Y en el mismo momento, con el vaso de agua en la mano, recordé que todo aquello había empezado a mostrárseme casi una semana antes, un domingo nublado y caluroso, mientras miraba el ir y venir en la plaza desde una ventana del bar del hotel. El hombre movedizo y simpático y el gigante moribundo atravesaron en diagonal la plaza y el primer sol amarillento de la primavera”. En este relato se da el primer guiño de la historia: ese gigante moribundo es Jacob Van Oppen, y es difícil no caer en la trampa: moribundo remite a aquel moribundo que se encuentra en el hospital. Aquel moribundo que el médico va a operar y no va a dejar morir porque: “A mí los enfermos se me mueren en la mesa”.
Esta frase en el cuento tiene una connotación casi caricaturesca, dado que luego de esta frase, el médico menciona que Rius (otro médico) “se rió como siempre, me apretó un brazo y se fue”. Sin embargo, en la película, esta frase tiene una carga mucho más solemne y seria. El médico dice: “Mira Rius, a mí los pacientes se me muren en la mesa”. Pero Rius no se ríe, ni le aprieta el brazo. Se va, aceptando las palabras del médico casi como una sentencia. Suena música y se presenta en letras rojas con fondo amarillo: “Mal día para pescar”. Hasta aquí, en la película, la aparición del médico. Pero no es la mirada del médico, no estamos viendo las escenas a partir de él, como en el relato del médico en el cuento, sino que acá el médico es un personaje e interlocutor más entre lo que sucede y el espectador.
Tanto el inicio de la película como el inicio del cuento comparten un secreto: no develan la identidad del hombre malherido, moribundo. En la película vemos a un hombre, pero se encuentra completamente vendado, en el cuento no se menciona quién es.
La mujer | Adriana | La futura turca
En el relato del médico, se nos presenta ya en las primeras páginas, a la “mujer”. Es Rius quien le comenta al médico: “Hermano, falta algo en el cuadro. No le hablé de la mujer, no sé quién es, que estuvo pateando o trató de patear al próximo cadáver en la sala del cine y que se acercó a la ambulancia para escupirlo cuando el gallego y Fernández lo cargaban”.
En la película, la mujer, que luego sabremos que es Adriana, la prometida del turco, aparece en el minuto 19, en la iglesia, solamente en un primer plano, una primera pista de que ella tendrá lugar en la historia. Es interesante la manera en que es retratada Adriana en ambos relatos. Hay puntos en común: una joven fuerte, hermosa, determinada. La imagen un poco estereotipada de la mujer que lleva las riendas en la pareja: es ella quien se aparece ante Orsini para aceptar el desafío: el turco enfrentará en el ring durante 3 minutos a Jacob Van Oppen por 500 pesos (en el cuento) o mil dólares (en la película). Otro punto en común es el peso que tiene en ambos relatos. En el cuento, aparece tanto en los relatos del médico como en el del narrador. En la mirada del narrador, se nos muestra a la Adriana decidida y convencida de que su prometido ganará el desafío. El narrador a su vez nos cuenta lo que genera Adriana en el Príncipe Orsini: de un primer momento de atracción física a entender que ella no dará el brazo a torcer. “Balitas-pensó Orsini indignado; está preñada, está haciendo el ajuar del hijo, por eso quiere casarse, por eso me quiere robar los quinientos pesos”. Y este punto será el que tuerza el destino que Orsini había pensado: arreglar con el potencial contrincante, “ganar” el desafío e irse con el dinero de lo recaudado y con la fama del ex campeón intacta, hacia otro pueblo perdido.
Hay puntos de ruptura del retrato de Adriana entre el cuento y la película. Adriana irrumpe con verdadera presencia en el minuto 24, cuando aparece sentada en el auto del Príncipe Orsini. Esta es una ruptura dado que en el cuento no solo no aparece esta escena, sino que además hay una intencionalidad de seducción muy marcada. Bajan del auto y van a la casa de Adriana. Ahí ella despliega su arsenal: no sólo le dice al Príncipe Orsini que su novio aceptará el desafío, sino que también le anuncia lo que sucederá: Ronnie Lima es un borracho, no va a llegar en pie al sábado. Ronnie, un joven con quien el Príncipe Orsini había arreglado el desafío previamente, efectivamente cae en la comisaría por estar borracho. Esta premonición suma astucia a Adriana en la película, dado que Ronnie Lima no aparece en el cuento.
El director de El Liberal
El personaje del director del diario El Liberal presentado en la película es un punto de disidencia respecto al cuento. La razón es simple: en el cuento no existe. Podría haber una similitud con el “jefe de Deportivas”, dado que hay diálogos que ambos personajes comparten, pero el director de El Liberal cumple un papel importante en la película y ahí se encuentra el punto de disidencia.
En lo que respecta a las convergencias, ambos personajes retratan al turco de manera magnánima respecto a su físico y fuerza. Sin embargo, el Director incrementa aún más esa imagen cuando en el minuto 46 le cuenta al Príncipe Orsini una anécdota conocida en el pueblo: el turco le había cortado las dos orejas a un peluquero que había rapado como un intento de broma a Adriana, pero igual oía, dado que le “habían quedado los agujeros”.
La disidencia en el relato se encuentra en dos elementos: en el minuto 58 de la película, el director le da a entender a Orsini que sabe que él no tiene los 500 pesos y que no ha podido “arreglar” con el turco dado que no pudo convencer a la “futura turca”. Pero el segundo elemento, aún más revelador, es que es el director quien le dice a Orsini que se escapen en el micro de la madrugada, la noche previa a la pelea en el Apolo. Este segundo elemento, esta idea de fuga derrotera, aparece en el cuento, pero desde el propio pensamiento de Orsini en el relato del narrador. En la película, la sugerencia del Director de El Liberal es casi un reflejo de las caras y gestos de Orsini cuando mide y observa al turco, cuando se da cuenta de que corrió de un tirón casi 2 kilómetros, cuando cree que ya no hay esperanzas para Jacob.
Jacob Van Oppen | El Gigante
Los re-escrituras en el cuento y la película respecto a Jacob pueden plantearse en distintos ejes: el aspecto derrotero de Jacob es una atmósfera que rodea todos los relatos (el médico, el narrador y Orsini) a lo largo del cuento. Desde el “gigante moribundo” del médico, pasando por los pensamientos derroteros de Orsini que nos cuenta el narrador (“Tres minutos: pobre Jacob Van Oppen”) o las percepciones de Adriana que también nos cuenta el narrador (“Esta noche voy al Liberal para aceptar el desafío. Lo vi al campeón en misa. Está viejo”) hasta el relato del propio Orsini (“Sonó la campana y dejé solo a Jacob, mucho más solo y para siempre que como lo había dejado en tantas madrugadas, en esquinas y bares, cuando yo empezaba a tener sueño y aburrirme”). En la película, esta atmósfera se re-escribe dado que se intensifica: se muestra a Jacob cansado cuando corre, borracho, con ataques que calma Orsini con píldoras, angustiado (llora, grita, casi rompe un armario en el hotel: esto último no se cuenta en ninguno de los relatos del cuento). Sin embargo, la re-escritura también se encuentra en su determinación que intuimos recién al final, en aquella escena que comparten el cuento y la película en la que Orsini le comunica que no peleará, que huirán y Jacob no acepta: no solo obliga a Orsini a beber dos tragos seguidos, sino que luego de un golpe a la mandíbula lo duerme y lleva a la cama. En el cuento hay un elemento que se omite en la película: Orsini lleva un revólver en el bolsillo de la bata, que sabe que no usará, pero lo lleva. Sin embargo, en la película, esta omisión del revólver se traslada a la mirada de Jacob cuando entiende que Orsini ha arreglado los desafíos previos, cuando ya ha decidido no huir en el micro de la madrugada, cuando Orsini resignado le contesta que sí, campeón, vas a pelear mañana. 
Reflexiones finales
En 1988, Loïc Wacquant, sociólogo francés, se inscribió en un club de boxeo de un barrio del gueto negro en Chicago. Durante tres años, no solo compartió la vida dentro y fuera del ring con sus compañeros de sparring, en su mayoría negros, desempleados y excluidos de todo seguro social, sino que también abordó su objeto de estudio con su propio cuerpo. En este marco, toma el testimonio del entrenador DeeDee: “El cuerpo es el estratega espontáneo que conoce, comprende, juzga y reacciona al mismo tiempo. De otro modo sería imposible sobrevivir entre las cuerdas”.
El cuerpo atraviesa los relatos de “Jacob y el Otro” y “Mal día para pescar”. El cuerpo del gigante, ya sea del ex campeón viejo y cansado que nos presentan los relatos, ya sea el cuerpo del gigante joven y vigoroso del turco, ya sea el cuerpo resistente, sorpresivo, nockeador del mismo gigante cansado que nos hacían creer al principio, durante y casi hasta el final de ambos relatos.
En el cuento, los narradores diferentes coinciden en los relatos: la coincidencia se encuentra en el hecho de que los sucesos acontecen de un modo determinado desde distintos lugares. Y en esos sucesos, hay un cuerpo gigante, cansado, borracho, derrotado. Y luego un cuerpo que sorprende, que aniquila, que deja tirado moribundo al otro gigante, al joven y vigoroso.
La pregunta que sobrevuela es ¿Quién es el otro? ¿Hay un otro? Podría ser el médico, el narrador, Orsini, podría ser El Turco. Considero que el otro es el propio Jacob, el gigante derrotado y cansado, y el gigante vencedor y vigente, que, tal como rezaba DeeDee, hizo de su cuerpo, su propio estratega.

Bibliografía
-Brechner, Á. (2009). Mal día para pescar. Uruguay: Baobab Films.
-Onetti, J. (1994).  Jacob y el otro. En: Cuentos Completos Onetti. Alfaguara. Buenos Aires.
-Wacquant, L. (2006). Entre las cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de boxeador. Siglo Veintiuno Editores Argentina. Buenos Aires.








[1]                 Para mayor información: https://www.nippon.com/es/people/e00139/


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La narrativa en la obra escrita y a través de los canales expresivos audiovisuales
Instituto de Enseñanza Superior N°2 "Mariano Acosta"

Trabajo Final

Narrativa Universal I
Profesor: Hernán Ocantos
Alumna: Virginia Peyrás Villarino




1° Cuatrimestre 2019

            En el siguiente trabajo analizaré la transposición del libro Ciencias Morales de Martín Kohan a la película La mirada invisible dirigida por Diego Lerman. En ambas obras, el subtexto de la dictadura que parecería ser un marco temporal de los sucesos es en realidad el esqueleto de este relato que nos muestra que la institución educativa es reflejo de la dictadura militar presente en el país, paralelismo que se dará en la película ya desde el comienzo con el himno y los niños marchando en fila, tomando distancia y acatando las órdenes del general/jefe de preceptores; en la novela se verá el paralelismo con la Guerra de Malvinas en las alusiones presentes a la trinchera (cubículo donde se esconde Marita), la imaginaria (su rol al vigilar a los alumnos) o la subversión (alumnos que fuman dentro del colegio), entre otras.
            Primero, podemos observar que el tiempo de la narración en ambas obras sigue un orden cronológico de los sucesos bien marcado, el inicio del año escolar y su desarrollo en 1982. Fundamental para marcar la violencia, el control y su desvío que se traduce en la decadencia del régimen militar. El paso del tiempo es marcado por el día a día de medio año, el último de la dictadura militar, el tiempo en el que se desarrolla la Guerra de las Malvinas.
            En segundo lugar, un aspecto fundamental en ambas obras es la descripción del ambiente donde suceden los hechos. La descripción minuciosa del colegio en la novela, acompaña a recrear el escenario, parecería que "la casa está en orden" ya que cada detalle nos posiciona ante un colegio, enorme, limpio, donde la vigilancia recae hasta en cada azulejo que lo conforma, el colegio es a su vez las reglas que allí se imparten.  La película, por otro lado, no pudo ser filmada en el Colegio Nacional de Buenos Aires, pero, sin embargo, se encarga de describirnos, con planos generales y paneos, un colegio enorme, pulcro, silencioso y en orden, además, con primeros planos se detallan las expresiones de los personajes y las voces se tornan casi innecesarias para contar esta historia. El filme, además, se encarga de demostrarnos que ocurre algo similar con el espacio externo al colegio: las imágenes de María Teresa en el subte, en la calle, en el bar o en su casa, nos describen a una Buenos Aires de comienzos de la década del 80 que parece tranquila y ordenada, es la Buenos Aires que ve ella. Colegio y Ciudad son reflejo de la Buenos Aires que quería el gobierno de facto, supuestamente tranquila y en orden, bajo la vigilancia extrema y, también, es así a los ojos de María Teresa. Es de esta manera, como dice Peña-Ardid (1999), que "la articulación sintagmática del film supondría además un incremento de la densidad semántica y connotativa de cada plano, haciendo viable la creación de toda una serie de construcciones asociativas, metafóricas o antitéticas" (p. 134). El "desorden" aparece en la escena de la fiesta donde ella concurre y donde justamente no se siente cómoda: música, mucha gente bebiendo y charlando muy fuerte, la hermana del anfitrión descalza y hablándole de sexo. A su vez, los "disturbios" se hacen presentes en los ruidos de la Plaza de Mayo, que los actores institucionales intentan ocultar para que el desarrollo de las clases siga su curso como si nada sucediese fuera, de la misma forma que los militares intentaban ocultar el descontento del pueblo con la Guerra de Malvinas.
            Por otro lado, podemos observar que en la novela el narrador en tercera persona parece hacer foco en lo pensamientos de Marita y también en el espacio que dijimos que describe, no es ingenuo, elige contarnos los sucesos con una mirada aún más atenta que la de ella. Es un narrador impersonal, que simula la conciencia, simula ser el orden que debe respetar Marita "Si lo que hubo a destiempo fue un paso tardío, es preciso verificar que tras el error los alumnos estén debidamente quietos" (p. 12). Además pone en duda la misma percepción de Marita: "María Teresa notó, o creyó notar" (p.14), porque no importa si lo notó o lo inventó, de todas formas el control debe estar depositado hasta en lo que pudo haber pasado. En la película y en el libro las primeras escenas donde se muestra el rol de la preceptora y su autoridad, y la relación con Biasutto, es en una situación donde los alumnos forman y toman distancia. En la novela, nuestro narrador nos explica cómo debe ser esta formación, qué función cumple el jefe de preceptores y cómo ella debe vigilar a los estudiantes, especialmente a los varones más bajos que deben tomar distancia con las mujeres más altas, así ella "cree" ver que un estudiante deposita "excesivamente" su mano sobre el hombre de una chica y entonces interviene (ese excesivamente en bastardilla refiere una vez más a la desconfianza del narrador sobre la mirada de control de María Teresa). Nos muestra aquí que ella reproduce el control que tiene internalizado sin cuestionarlo y sin necesidad de que nadie le marque que debe hacer esto. En cambio, en ausencia de estas aclaraciones que nos hace el narrador, la película resuelve esta escena mostrando que Biasutto (minuto 4:35) le dice a María Teresa que se fije qué sucede entre estos dos alumnos. Además, ya no es un "cree percibir" que se encarga de marcar la novela instalando siempre la duda sobre la percepción de los hechos que tiene Marita, la cámara nos muestra cómo Biandini efectivamente agarra por el hombro a su compañera en lugar de simplemente apoyar la punta de los dedos.  Esto ubica al jefe de preceptores como el que debe marcarle qué hacer  a María Teresa en oposición a lo que instala la novela: el estado ejerce un control que se encarna en las personas sin necesidad de que alguien le diga cómo hacerlo, a tal punto que cuando Biasutto le explica a Marita sobre la subversión ella no entiende muy bien de qué le habla, pero no necesita entender, ella cumple su rol, ella los vigilará de todas formas.
            En la película la familia de Marita está conformada de distinta manera, ella vive con su madre que está con licencia, podemos intuir que por depresión, y su abuela. En cambio, en la novela ella vive solo con su madre, que también parece padecer depresión, pero la causa de su enfermedad sería la ausencia de su hijo que está haciendo el servicio militar y que lo van enviando cada vez más al sur y más cerca de la Guerra de las Malvinas. Esto es importante, ya que el hermano ausente tiene un peso específico importante en la novela y se relaciona fuertemente con el final. En cambio, la película parece agregarle, con el personaje de la abuela, esa autoridad que Marita no tiene en su casa, ocupa el rol de la matrona, dejando ubicada a nuestra protagonista aún más en su rol de niña indefensa e ingenua que contrastará con el final donde asesina a Biasutto.
            Por esto, el final de la película donde ella le clava la lima de uñas y se rebela contra Biasutto mientras los ruidos en la Plaza de Mayo de fondo parecen indicar que la dictadura está finalizando, como si este acto de Marita fuese el pueblo rebelándose contra el gobierno militar, queda relegado a una explosión sorpresiva de un personaje con un carácter apacible y aparentemente cooptado por las ideas de control estatales. La novela por otro lado nos posiciona en la vereda opuesta, ella es violada y seguirá siéndolo hasta que el pueblo se rebela contra el estado y entonces, al caer el gobierno militar, cae también Biasutto. Entonces si pensamos que, como dice Despentes (2012),
La violación es un programa político preciso: esqueleto del capitalismo, es la representación cruda y directa del ejercicio del poder. Designa a un dominante y organiza las leyes del juego para permitirle ejercer su poder sin restricción. Robar, arrancar, arrebatar, imponer, que su voluntad se ejerza sin trabas y que goce de su brutalidad, sin que el bando adverso pueda manifestar resistencia. Goce de la anulación del otro, de su palabra, de su voluntad, de su integridad. (p. 22)
María Teresa en la novela no llora y en la película sí, en la novela seguirá acatando las órdenes, seguirá siendo violada, en la película se rebela y lo asesina, parece que la película deja de lado en primer lugar que el sometimiento de la mujer no es solo ante la violencia física, Marita no puede rebelarse porque el control que ejercen los hombres, los militares y el estado sobre su cuerpo es más fuerte que el hecho físico de la violación, es violada porque debe ser corregida por los actos que comete, como mujer no debe estar donde está, como preceptora tampoco.  El único indicio de este suceso es la lima de uñas que aparece en el subterráneo, pero sabemos que ella no siente una presión ante este control, ella lo ejerce, ella es un brazo de este control y el control es tan excesivo que su desvío se ve en ella excitándose con el hecho de escuchar mear a sus alumnos, en su configuración ella conoce que está mal lo que hace desde esta perspectiva y la violación es un elemento más de esto. Despentes (2012) también nos habla de cómo el cine nos muestra una reacción masculina ante los hechos de violación:
Nunca se escucha hablar en la sección “policiales” de chicas solas o en grupos, que arrancan las pijas con los dientes durante las agresiones, que encuentran a los agresores para matarlos, o cagarlos a piñas. Sólo existe, por ahora, en las películas dirigidas por hombres. (...) Cuando hombres crean personajes femeninos, muy pocas veces lo hacen con el objetivo de tratar de entender lo que viven y sienten como mujeres. Más bien es una forma de poner en escena su sensibilidad de hombres, en un cuerpo de mujer. (p. 21)
            La novela, por otro lado, plantea desde el inicio que ese es un colegio que solía ser solo de varones, que antes peleaban entre porteños y provincianos, pero que ahora conviven hombres y mujeres. Y, entonces, pareciera que nuestra protagonista es una extranjera dentro de las paredes del colegio y que es la lógica del hombre y de la dictadura la que la adoctrinará a ella también.
            Como conclusión, más allá de las similitudes y las diferencias en ambas expresiones artísticas, vemos que la gran diferencia subyace en el planteo metafórico ante el final de la dictadura y la implicancia del pueblo en esto, si Marita representa al pueblo que, ciego, sigue el cumplimiento de las órdenes impartidas por el gobierno militar, en la película logra rebelarse y acabar con este monstruo, mientras que en la novela ella cumplirá diligente sus obligaciones de preceptora (p. 215), es parte de sus obligaciones también ser violada. Por esto mismo lo único que puede salvarla de este suplicio es la caída del régimen militar.



Bibliografía
·       Despentes, Virginie (2012 [2006]). Teoría King Kong. Buenos Aires: Editorial El Asunto.
·       Kohan, Martín (2008). Ciencias Morales. Barcelona: Anagrama.
·       Lerman, D. (Productor y Director). ( 2010) La mirada invisible. Argentina. El Campo Cine S.R.L
·       Peña-Ardid, Carmen (1999). Literatura y cine: una aproximación comparativa. Cátedra.