II
Teatralidad Performance Happening
“Puedo tomar cualquier espacio vacío y
llamarlo un escenario desnudo. Un Hombre camina por este espacio vacío mientras
otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto
teatral”
Así comienza Peter Brook a definir la
escena moderna en su libro: “El espacio vacío. Arte y técnica del teatro” .
Un espacio vacío, no necesariamente un
escenario, un espacio despojado de toda maquinaria o parafernalia teatral, y un
acto: Un hecho realizado por un ser humano y que es observado por otro.
El teatro en esencia.
El teatro como fenómeno puro pide un
recorte del espacio, un intérprete, un espectador (como mínimo) y un acuerdo
-muchas veces tácito- entre ambos para que ese hecho se lleve a cabo.
Fíjense que no hacemos depender la
definición de por ejemplo: el maquillaje, el vestuario, la utilería, las luces,
el sonido, la maquinaria escénica, o cierto tipo de interpretación o cierta
formalidad que precisa el texto. No.
Un recorte del espacio. Un acto humano
visto por otro ser humano.
Es todo lo que se precisa. Es esta, una
definición moderna (del siglo XX), que
sin duda está atravesada por las diferentes modalidades que tomó la escena a lo largo del tiempo.
Es, además, una definición minimalista de la práctica
escénica.
Y proyectiva, en tanto nos permite mirar
hacia adelante y buscar nuevas formas escénicas.
Frente a poéticas normativistas, que
definen qué y cómo o de qué manera debe producirse el objeto poético (en este
caso la escena) esta es una definición que nos delimita pero además nos
habilita a ser muy amplios, e incluir
todas las formas de teatro desde su comienzo: los ritos, cánticos y ceremonias
de la antigüedad de las que se
desprenden la Tragedia y la Comedia griegas, la Comedia latina y las formas
cómicas populares y de feria de todas las épocas, los misterios medievales,
todo el drama renacentista y la Comedia dell´Arte, toda la escena Romántica, el
Simbolismo, el Realismo, el Naturalismo, y todas las rupturas posteriores que
se verán en el siglo XX: el Teatro de la crueldad de Antonin Artaud, el Teatro
del absurdo y la incomunicación de E. Ionesco y Becquet (entre otros), el
Teatro Laboratorio de Grotowski, el Teatro del Oprimido de Boal y el Teatro
Antropológico, el Teatro Popular y Callejero, el Teatro Comunitario, el Teatro
del Distanciamiento de Bertold Brecht, y podríamos seguir nombrando formas y
modos de hacer teatro, podemos mencionar todas las nuevas estéticas
contemporáneas o las que están por venir.
Como describe Dubatti, el s XXI instala
una poética fragmentaria, donde ya no existe un autor nacional reconocible por
país y sus obras llevadas a escena por los teatros oficiales solamente sino que
a la par y con mucha más fuerza aún a veces, aparecen fenómenos teatrales
nuevos y por fuera del teatro oficial y comercial, en lugares que pueden variar
y tomar la forma de un galpón abandonado, un patio, o el living comedor de la
casa de algún “teatrista”, una fábrica recuperada… y donde además el modo de creación
de esa obra es o puede ser asumida por muchos agentes y no un sólo autor que
escribe alejado del escenario.
Si algo es cierto en el teatro es que esa
“teatralidad”, esas formas del quehacer que se reconocen a sí mismas como efímeras
(cada función es irrepetible y distinta a la siguiente), convencionales
(en el sentido de ese acuerdo que tácitamente renuevan actores y público) y convivenciales
(por constituir un presente compartido entre los participantes del hecho en sí)
son discutidas, renovadas y recicladas permanentemente por sus hacedores. El
teatro de máscaras cayó en desuso, pero vamos a una varieté y resulta que un
actor con un antifaz nos conmueve contándonos que extraña a su sobrino
“Antiojito”, fuimos al teatro Nacional Cervantes y contrariamente a lo que
esperábamos de un emblema del teatro nacional, la platea está cortada desde la
mitad del escenario hasta el foyer por una gran tela y cuando cae vemos una
pasarela mezcla de teatro Nó con desfile de Roberto Giordano y nosotros nos
descubrimos enfrentados cara a cara con la otra mitad del publico y levantamos
la mirada para no vernos y para observar- incómodos en nuestras butacas- a los interpretes en estado de paroxismo
atronando con sus voces la escena. Y pensamos que jamas hablamos visto una cosa
así, estamos asistiendo a una pieza principal del teatro antropológico:
Oxiruncus Evangeliet .
¿A qué llamamos “teatralidad” entonces?
Al intentar contestarnos esta pregunta nos
puede pasar algo parecido a lo que le sucedía a San Agustin cuando intentaba
definir el tiempo a secas…¿Qué cosa es el tiempo?- se decía- sé que existe y está ahí, pero cuando lo
quiero explicar se me escurre de las manos…
Algo
parecido nos pasa con el teatro, vemos a nuestros hijos - por
ej. - asumir roles y mantener activo
un juego imaginario y personal y creemos que están “actuando” aún cuando no sea
para nosotros, vamos a un velorio por compromiso y cuando nos abstraemos un
poco del momento, en nuestra mente pensamos que esto podría llevarse a escena y
hasta se nos representa el montaje de un sketch cómico o una parodia;
escuchamos a alguien que nos cuenta un enojo reciente con otra persona pero nos
“usa” a nosotros como el personaje con quien acaba de tener el altercado, y
percibimos toda su afectación emocional en tiempo presente, y captamos en carne
propia algo más del significado de re-presentacion.
En
lo personal considero, que la teatralidad es una forma de mirar y de mirarnos.
“Ofrécele a la naturaleza un espejo” le sugiere Hamlet a uno de los comediantes
que interpretará “el drama de Gonzago”, una representación análoga a lo que él
sospecha fue el hecho obscuro y “obsceno” - es decir- no escénico, del
asesinato del rey, su padre, ejecutado por su tío con el consentimiento de la
reina madre.
La
teatralidad puede así tomar la forma de un juego, Un juego reglado, y un ritual
también, que se puede establecer entre los intérpretes en escena y entre éstos
y el publico, un publico que siempre está en relación a la escena, a veces de
un modo más “pasivo” como espectador y
otras más activo, como participante en algún grado del evento.
Pero ¿A quién le pertenece esa
“teatralidad”?
La teatralidad puede estar en el texto y
pertenecer principalmente al autor, pero puede estar provocada por una
mirada potente que le pertenece al director, (figura que surge en el
S. XIX y de la que no ocuparemos más adelante ) y también puede estar sostenida
por la impronta que le aportan los intérpretes.
Y muchas veces es una feliz articulación
de todos estos agentes y fenómenos intervinientes a la vez.
Sabemos que hay recursos técnicos, hay
procedimientos interpretativos, hay puesta en escena pero también hay algo de
inasible en tratar de explicar el fenómeno. Algo que escapa, que sólo se
comprende en la participación en el hecho en sí.
Y además, existe además una teatralidad
que excede el ámbito teatral mismo.
La Performance
El término es usado primero por J.L.
Austin, filósofo inglés del lenguaje, para explicar que el lenguaje no sólo
describe o expresa, sino que también “hace” o constituye algo: promesas,
contratos, matrimonios, testamentos.
De allí, el término es acuñado más tarde
por Richard Schechner en EEUU para definir una disciplina, un campo de estudios
dentro de las ciencias sociales cuyo objeto es todas aquellas “cristalizaciones”
o “ceremonias y rituales de la sociedad actual” que pueden estar en el arte
(música, teatro, danza, etc.) pero que también la exceden y se ven en el
deporte, la política, la organización social e implican -según él mismo define-
aceptar políticamente que vivimos en un ambiente teatralizado que asume
“formas” que se “construyen” frente a nosotros y nos contituyen, nos hacen
jugar algo, o hacer algo.
Tal vez porque somos testigos de la
sobreactuación de los políticos, de la puesta en escena de los espacios
simbólicos, como pueden ser el consultorio del médico, o la misa en la
catedral, o la torta y la velitas en el cumpleaños, o la ceremonia bélica del
“teatro de operaciones” y otras escenificaciones y representaciones de la
realidad publica y privada y nuestra de cada día y porque - como vimos más
arriba- la teatralidad es inherente a lo humano, surge a partir del s XX, y más
precisamente en los años 60´s, este muevo campo de estudio e investigación.
Pero la palabra “performance” tiene una
etimología latina, proviene de “per formare” es decir de un acontecimiento que
va dando forma a algo…algo que no está definido de entrada sino que va a ir
tomando una forma…. En esto se asemeja al termino improvisación, algo que surge
espontáneamente, a partir de ciertas condiciones que los agentes asumen y
ciertas decisiones que se van tomando durante el transcurso de ese proceso.
En el caso de la performance, sus agentes
pueden o no ser artistas. Estos agentes tienen un objetivo predefinido y
delineado que buscan plasmar en un acontecimiento social.
Hay un encuentro entre: esta nueva noción
aceptada ya por todos los científicos
contemporáneos (tanto del campo de la física cuántica como la
antropología cultural) que todo conocer implica un íntervenir y un modificar el
objeto estudiado, por un lado, y cierta práctica que evoca los métodos de la
“acción directa” del movimiento anarquista, que buscan sacudir la conciencia
para revelar una verdad mas profunda y propiciar un cambio en las relaciones de
poder dentro de la sociedad.
Sexualidad y cuestiones de género,
Machismo, Censura, Minorias amenazadas, Belisismo, Consumo y otros tantos
tópicos son abordados por los “performers” y jugados en el espacio social, esto
puede o no (pero de algún juega dentro del imaginario de sus diseñadores) tomar
un estado público y mediático y constituye un hecho cargado de intensión
política y visibilidad social. (A modo de ejemplos citamos la perfomance de
Post Porno llevado a cabo este año en la Facultad de Ciencias Sociales, diseñada
por profesores y alumnos de la carrera de sociales y llevada a cabo por actores
y la muestra de 2010 “la artista está presente” de la artista plástica Maria
Abramovics)
Happening
A finales de los cincuenta y durante los
años sesenta, los artistas de diferentes campos del arte, pero paradójicamente
no del teatro, y si de la música, la plástica y la poesía comienzan a promover y proponer eventos,
sucesos que tienen como fin cambiar la relación artista-obra-publico.
Estos “acontecimientos” no tienen ni una
forma fija ni un desarrollo muy definido. Son eventos en los que se abre al
publico la posibilidad de implicarse en la obra, decir “publico” al concurrente a un happening es
impropio, es mejor decir “participante”, creo yo, porque el happening adquiere
la forma de una ceremonia pagana y en si mismo la obra no es un objeto sino el
fruto de ese evento (algo que irá tomando alguna forma a medida que se
desarrolle y se participe en él, como la performance)
Como si el arte mismo se revelara de su
formato, de su manera de transformarse en objeto y mercancía, (por eso la
plástica, y la literatura y la música contemporáneas adoptaron esta modalidad.)
El teatro en cambio tenía a la ceremonia y el rito desde su génesis y su
búsqueda en esos años fue hacia otros modos de profundizar en la actuación y en
la improvisación.
Por eso, es interesante ver que une y que
no a estos términos.
El happening es una ceremonia, un ritual y
es adermás efímera e irrepetible, pero no necesariamente acarrea un drama ni
tiene por fin contar una historia. No se puede distinguir en un happening en
desarrollo quien es quien porque todos participan. (Aunque hay detrás un diseño
previo llevado a cabo por un artista o un grupo de artistas)
La perfomance es una acción que busca
provocar a los concurrentes y transformar la realidad, toma un espacio y un
tiempo y lleva a cabo un acontecimiento frente a los espectadores pero no es
teatro por más que exista una puesta en escena y un libreto, porque el drama no
está tanto en la escena como en la relación que estos espectadores establecen
con lo que ven. En cierta forma en toda performance se juega el mismo drama que
es ver - y posteriormente analizar- como reacciona el concurrente y ademas se
busca que el espectador reaccione de alguna manera, en tanto que en el
teatro esto también puede ser
contemplado pero no de un modo tan determinista. La emoción y la catarsis que
puede experimentar el espectador en una obra de teatro está librada al drama y
no pide una urgente toma de conciencia y una acción posterior.
Aún el teatro más político o más
politizado sabe que no conduce a la revolución ni a la toma del poder, sólo
anhela que el espectador acceda a una emoción estética que le aporte algo al
sentido a su propia existencia.
I
Hablemos de la teatralidad, dije a modo de
comienzo, y todos interrumpimos nuestros otros quehaceres más mundanos y
acordábamos que la clase había comenzado.
Previamente, y casi como un ritual medio
psicótico había dispuesto una gran batería de libros en el escritorio al frente
del aula alargada, los había agrupado en montículos de acuerdo a criterios que
hoy ya no son los mismos y había dejado correr unos videos de animación de la
television española que hablaban acerca del origen de la tragedia.
(Todo una puesta en escena- pensaba)
Hablemos de la teatralidad dije de nuevo,
ya que de la literatura deben saber bastante y hasta puede que conozcan más que
yo…
Pero…. de la Teatralidad, ¿Que podríamos
teorizar?
Los lomos ordenados de libros a mis
espaldas apuntaban a sus rostros y representaban una batería de frases
cortantes como estiletes que apoyaban mi pregunta retórica:
¿Podemos reconocer un concepto universal
de Teatralidad?
Silencio.
Las aguas del pensamiento apenas se
agitaron y cómo Agamenón en Táuride me dispuse a zarpar con los primeros
vientos.
Podríamos empezar a contestar que cada
pueblo reconoce una teatralidad que le es propia, que lo identifica y de la
cual se siente legítimo heredero. Un
“Ethos” más o menos reconstruible por aquellos investigadores que se lanzan al
tema y que siempre tratan de discernir un origen propio, un tono particular que
surge de las tradiciones de un pueblo.
Pero este modo de expresión escénico, su
recursos y sus efectos es cambiante a lo
largo del tiempo. Cada sociedad, además, tiene y desarrolla sus propias
variantes, que re actualizan la convención teatral, ese pacto tácito que existe
entre el espectáculo y el público siempre es renovado por “nuevos” recursos
escénicos.
II Propongo que usemos la palabra Drama.
Drama es la palabra que deberíamos empezar
a tomar en cuenta para intercambiarla por teatralidad ( que suena ostentosa y
berreta como todo decorado teatral). A mi me gustaría que en lugar de
remontarnos a los griegos que es el camino que siempre seguimos cuando
empezamos a analizar cuestiones relacionadas con el teatro -me refiero al
teatro que se produce en esta parte del mundo- nos fuéramos más atrás en el
tiempo, a un momento histórico previo y lejano pero del cual también somos
herederos naturales. Y me refiero a la India, tomemos el MahaBarata, un poema
dramático que Peter Brook (ese gran teórico y director de teatro y cine) llevó
a la pantalla grande.
El héroe Arjuna está a punto de lanzar su
flecha contra el bando contrario y así dar comienzo a la gran guerra (Que eso
quiere decir Maha Barata, Gran Guerra), pero se detiene.
Tiene la razón de su lado, tiene a
Krishna, una de las manifestaciones del dios supremo que lo acompaña como
consejero y así y todo se detiene porque del otro lado están sus hermanos, sus
maestros, sus amigos, sus parientes y personas que él mismo reconoce como
dignas y tan valientes como él.
Arjuna quiere proceder de acuerdo al
“Dharrna”. Pretende que su obrar sea justo, impecable y que no genere
consecuencias kármicas, consecuencias que el luego él o los suyos puedan
padecer…
Los mismo quería Edipo y los griegos.
Obrar de acuerdo al Dharma, al equilibrio de la ley divina. Por eso consultaban
el oráculo para eso interpretaban los vaticinios. Para evitar caer en Hybris,
para evitar el sufrimiento en ellos y en su descendencia.
Pero ese dilema, ese nudo gordiano, ese
misterio, es mayor a cualquier obrar.
Y cada vez que obramos nos acercamos a
nuestro destino.
Es un juego, pero fíjense que curioso ¿No?
Que entre Drama y Dhrama existe el desplazamiento de una sola letra y justo la
“erre” …¿No? Esa letra tan compleja de pronunciar.
Hay un corrimiento entre el proceder ideal
y la acción concreta que desencadena el drama, la espectacularidad y el relato
III Relato y espectacularidad
El devenir de los hechos en el tiempo , el
transcurso del tiempo y de nuestras vidas puede construir relatos.
Si aspiramos más a conocer lo que sigue y
prestamos atención a las peripecias, y a los hechos de la trama estamos
involucrándonos con los aspectos de la narrativa del relato.
Pero si en cambio vemos más el episodio y
cómo se devela y despliega frente a nosotros, con todos nuestros sentidos
puesto en ello, puede que tengamos una inclinación más cercana al drama.
Podríamos decir que Teatralidad es o implica una toma de conciencia de acontecimiento y una
composición poética que apunta a generar la mayor intensidad posible con cierta
“economía de recursos” en el aquí y ahora del espectador.
IV El cafesito
Dejemos a Peter Brook por un momento y
vayamos a la cafetería.
Nos encontramos con Raul Serrano, maestro
de actores y un teórico del teatro que nos ha proporcionado nociones centrales
de nuestros planes de estudio en la formación teatral. De él proviene el
concepto de estructura dramática como herramienta del actor para producir
espectáculo.
Está sólo mirando una mesa en donde un
tipo está frente a una taza de café….
Todo aparentemente común, normal,
rutinario, costumbrista, “muy Tito Cossa” dijo uno de los alumnos. (¡Qué bueno-
pensé para mi- alguno que intente una ruptura con el naturalismo y con el
realismo costumbrista…¡vamos!)
Pero de pronto el tipo se levanta pone la
silla arriba de la mesa, el café arriba de la silla y él mismo se mete debajo
de la mesa y desde allí aúlla y surge como un pájaro herido y se mueve por el
espacio
Serrano lo frena mientras todos nosotros
atónitos nos contenemos de decir algo
Serrano: ¿Qué hace?
Actor: Deconstruyo la escena, busco una
solución más cercana al teatro antropológico….
“Vamos”-
les dije a mis alumnos- “volvamos a clase antes de que sea demasiado tarde…
(…)
Ya en la clase intenté explicarles que lo
que estaban haciendo era un ejercicio.
Serrano llama a este ejercicio “la escena
del cafesito” y es uno modo de introducir a sus alumnos a la poética del
realismo (y en su técnica)
El actor debía actuar el momento, debía
“hacer presente” el momento en que su personaje se toma el último café antes de
suicidarse.
Es probable que no hubiera café en la
taza, y hasta es posible que el personaje nunca se tome ese “café” pero
nosotros como espectadores deberíamos captar todo ese mundo sin palabras, sin
exageraciones, sin “Teatralidades”, deberíamos darnos cuenta de todo, como
aquel que se sienta en un parque y se detiene a mirar a lo lejos a los demás. A
otros desconocidos por él pero a los que adivina que son una pareja reciente y
muy enamorada o un grupo de pibes que está tramando ratearse del colegio.
V El espacio vacío
Volvamos a Brook, en el comienzo de su
libro: “El espacio vacío” leemos:
“Puedo tomar cualquier espacio vacío y
llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras
otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto
teatral”
(….=
“Intentaré
descomponer la palabra (Teatro) en cuatro acepciones para distinguir cuatro
significados diferentes, y así hablaré de un teatro mortal, de un teatro
sagrado, de un teatro tosco y de un teatro inmediato. A veces estos cuatro
tipos de teatro coexisten uno al lado del otro…y en ocasiones son metafóricos:
dos de ellos se mezclan durante una noche, durante un acto. A veces, también,
los cuatro se entremezclan en un solo momento ”
¿Cual habrá sido el que habrán querido
jugar Serrano y su alumno?
Buena pregunta que nos quedará pendiente
para ver en nuestro proximo encuentro.
La clase terminaba, los libros seguían ahí
quietos y pesados y yo sólo me repetía una cosa:
¡Cómo pesan! ¡Dios!
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